miércoles, 22 de noviembre de 2017

latido en un relámpago

No dejaré que nadie me diga nunca más cómo debo ser,
o cómo debo dejar de ser,
cuántas lágrimas tengo que llorar,
o que tengo que ser fuerte siempre,
siempre feliz,
siempre sonriente,
-no quiero vivir todo el tiempo como si la vida fuera un anuncio de televisión-

Y si me lo dicen, les diré
que yo sólo soy una rosa
-quizá con más espinas que pétalos-
pero una rosa,
de las que crecen al fondo del jardín
y que no pretende ser contemplada.

Porque yo no quiero ser bonita:
tan sólo quiero ser yo
(por mucho que alguna vez haya querido ser como esas chicas por las que se escriben poemas y se componen canciones)

Y lloraré,
me descoseré el corazón a lágrimas si hace falta,
si lo necesito para sentir que ya no necesito nada
nada más que a mí y a un par de alas,
o de hojas, o de palabras
-es decir, que mi libertad ya no será coartada-
Y esto es un canto a mí,
que fluye como un río de agua clara,
y como el agua,
limpia aquella suciedad que me estaba
empañando el alma.

(lluvia soy, fuego seré)

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