lunes, 22 de octubre de 2018

No me acostumbro

No me acostumbro a vivir así.
No importa cuánto tiempo pase.
Vivo eternamente semioculta tras un velo que me esconde parte del rostro y me oscurece la mirada.
Nunca podré estar tranquila.
Nunca seré capaz de relajarme, de bajar la guardia y dejarme mecer por el oleaje sin pensar que las olas que me acunan son las mismas que me arrastrarán hasta la profundidad abisal y llenarán mis pulmones de agua negra y helada.

No me acostumbro y a la vez me resigno.
Por momentos me convenzo de que nunca seré capaz de quitarme esta corona de espinas, de que mi corazón malvivirá para siempre preso de una soga apretada que le roba el oxígeno y una valla de alambre que lo mantiene como rehén del miedo y lo aísla del resto del mundo.

En este salón los chistes están prohibidos. Aquí susurran hasta las sillas y las paredes tienen oídos.
No dejo que nadie me vea nunca con mi traje de lágrimas y con esa cara que se me pone cuando estoy asustada.

Quizá a mí me haya tocado vivir siempre huyendo por no sentirme nunca segura.
Quizá a mí me haya tocado vivir errando y no tener un hogar.
Quizá a mi me haya tocado vivir entre espejos y espejismos.
Quizá ni siquiera yo sea real.

Pero la verdad es que estoy cansada.
Vivir en tensión constante agota a cualquiera.
A veces siento que vivo dentro de un polvorín y todos los días llueven chispas del cielo.
Temo explotar en cualquier momento y llevármelo todo por delante.
Intentar salir de aquí es como tratar de golpear con los nudillos las paredes de un ataúd.

Intento mantener a las criaturas atadas, pero siempre consiguen escapar. Siempre hay algún alma deambulando por los pasillos de este motel abandonado.

Siento tanta impotencia y tanta rabia que a veces olvido que puedo albergar alguna otra emoción.
En ocasiones todo me parece tan fútil y tan carente de sentido que la vida me parece una pantomima absurda y mal escrita.

La conclusión de todo esto es que una misma puede convertirse en su peor pesadilla.
Nadie puede rescatarme de aquí.
Ni siquiera yo misma.

1 comentario:

  1. Hola guapa, le he echado un ojo a tu blog, te sigo, escribes muy bien. Sigue así, y por cierto, nosotros somos nuestros peores enemigos en tantas ocasiones... Nuestros propios demonios a veces son difíciles de matar. Pero no imposible.
    Un beso
    www.somosfuego.blogspot.com

    ResponderEliminar