Eterna enamorada de las puertas cerradas
a cal y canto,
y, como delincuente, huyo de todo lo que me pide
"quédate",
que por miedo a las raíces me convertí en viento,
y hoy,
hoy me siento hipócrita.
Cómo temer lo que se ama, y amar lo que se teme.
Huir del deseo, abrazar el anhelo, y morirse de frío persiguiendo delirios.
No,
pero tal vez en un campo repleto de rosas rotas, margaritas, y corazones llenos de espinas.
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