martes, 28 de octubre de 2014

Cuando no me miras.

Me gusta observarte en silencio.
Me gusta mirarte cuando no te das cuenta, y no interpretas ningún papel, y eres solamente tú.
Cuando te concentras y lo das todo, cuando te esfuerzas y se nota, cuando bailas y es como si liberas tu alma y no hay nada más, la música y tú, fundiéndoos en una sola cosa.
Me encanta verte sonreír, pero cuando tu sonrisa es genuina y sincera, cuando algo te hace reír de verdad o cuando eres simplemente feliz, no esas sonrisas edulcoradas que a veces te crees que regalas.
Y créeme, se nota la diferencia.
También soy capaz de leer tu tristeza cuando algo no va bien, y tus ojos reflejan tu pesar, y aunque no lloren, me cuentan qué te pasa.
Y dormir, qué no daría por verte dormir, y contemplar tu rostro limpio y vacío de cualquier preocupación, imperturbable y sereno, en paz, una calma que sólo consigues encontrar en el Reino de los Sueños.
No me temas, yo tan sólo soy una mera espectadora de esta obra, esta vida, este universo que eres tú.
Y nunca me cansaría, pues eres tan grande que cada vez que te veo eres algo nuevo y diferente, busco comprenderte pero no puedo, y quiero.
Pero, no esperes cazarme, no lo esperes, no te creas que vas a pillarme mirándote ni observándote brillar, porque yo no busco eso, las máscaras no te quedan bien, te tapan los ojos y te esconden la cara.
Y si supieras, ¡si sólo supieras!, la luz que emites y cómo irradias vida, si tan sólo te dieras cuenta, dejarías de ocultarte y de talarte, y empezarías a ser un poquito más tú.
No sólo he visto tu cara, sino también tus miedos, porque se te ven, cuando eres pureza.
Lo he comprobado y sé lo que vales, sé lo fuerte que eres, y todo eso, siendo sólo tú.
Tú deberías mirar, te daría mis ojos si pudiera, para que tú puedas mirarte, descubrirte, admirarte.
Yo ya lo he hecho, ahora te toca a tí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario