De repente la ví. Estaba enfrente mía,
mirándome. Lo primero que hice al ver aquella presencia fue ahogar
un grito. Yo estaba asustada, pero sorprendentemente, el semblante de
aquella muchacha se ensombreció. Parecía preocupada por algo. Pero
yo no debía bajar la guardia, por muy atemorizada que pareciera,
sería capaz de atacarme.
-¿Quién eres? ¿Qué quieres?-le
grité, osada.
La extraña chica no respondió. Solo
miró los labios, imitándome. Quería reírse de mí, lo había
presentido, y ahora lo estaba comprobando. No dijo nada, y siguió
mirándome, fijamente. Escruté su rostro en busca de algún punto
débil, ya que ninguno de las dos nos acercábamos a la otra.Puede
que estuviera tan aterrada como yo. Sabía que era muy tarde, más de
las 4 de la mañana, pero el descubrimiento de una desconocida en mi
casa me impedía dormir. ¿Sería mi imaginación? No creo, ella
parecía muy real. Tan real. De repente, otro pensamiento me asaltó
y me hizo estremecerme del terror. ¿Vendría sola, o la casa estaría
ahora llena de gente escondida, al amparo de la oscuridad, esperando
para atacarme, o Dios sabe qué?
Quería matarme. Quería matarme, y yo
lo sabía.
Pero sin embargo, no hacía ademán de
atacarme. Tan solo me contemplaba. Igual que yo a ella. Tenía el
pelo revuelto, seco, y sin brillo. Los ojos parecían tristes, y
estaban hundidos en unas ojeras profundas y oscuras que no hacían
más que acentuar esa sensación de infelicidad que transmitían.
A mitad de mi análisis de aquella
extraña, una voz difuminada y profunda, me dijo:
-¿En serio tienes miedo?
Sentía un terror que era incapaz de
expresar con palabras, pero quería demostrar lo contrario, así que,
quizá con menos convicción de la que intentaba aparentar, respondí:
-¡Pues claro que no!
Otra voz, esta vez más fantasmal y
aguda, susurró:
-Mátala antes de que ella te mate a
tí.
No sabía de dónde salían aquellas
voces, pero de repente, se les unieron susurros inentendibles,
murmullos en diferentes idiomas, que iban en crescendo, agotando la
poca fuerza que me quedaba.
-¿Qué sois? ¡Dad la cara!-exclamé
con rabia. -¿Que demos la cara? ¡Niñata estúpida!-escupió cada
palabra con ira la primera voz.-No podemos dar la cara-siguió-
porque nuestra cara eres tú.
Las voces seguían, cada vez más y más
fuertes, mi cabeza iba a estallar. Tan insoportables eran, que caí
de rodillas, mientras me sujetaba la cabeza, en un intento de
acallarlas.
Mientras tanto, la extraña seguía
mirándome, con una sonrisa siniestra dibujada en su rostro
ensombrecido.
-Acaba con ella. Quiere matarte, no la
ves?-susurró la segunda voz.
Tenía razón. Las voces solo habían
aparecido al ver a la chica, y estaba segura de que ella acabaría
conmigo si no lo hacía yo antes. Retrocedí lentamente, hasta llegar
a la mesita donde yo siempre guardaba un cuchillo, por si acaso.
Nunca se sabía qué podía pasar.
Me acerqué a la chica, blandiendo el
cuchillo.
Una voz desconocida, me interrumpió:
-Serás tan monstruo como ella.
Mi paciencia se agotaba.
-¡Yo solo intento acabar con
vosotros!-grité.
-No puedes...-dijo suavemente- porque
nosotros vivimos dentro de tu cabeza.
Esas palabras fueron como una bofetada
para mí. Lancé el cuchillo con toda la fuerza que pude, al mismo
tiempo que mi garganta se desgarraba en un grito. Mientras una lluvia
de cristales perforaba mi piel y la sangre corría caliente por ella,
caí al suelo en un golpe seco, y perdí el conocimiento.
Wow!!! Escribes genial ^^ Me ha gustado mucho tu forma de describir y de llevar el relato. Sigue así!!! ;D
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