Nos miramos a través del gentío, del ruido y de la alegría que coronaba una noche así. Ya no sé quién eres tú, y yo he cambiado tanto que posiblemente te costó reconocerme. Pero sonreíste y yo rasgué el aire con mi risa maniática (que afortunadamente no he perdido con el paso del tiempo) y quizá, por un instante, nos encontramos a nosotros mismos, para, un segundo después, volver a sepultarnos entre océanos de ceniza y recuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario