miércoles, 17 de enero de 2018

Atrévete

Atrévete. Atrévete a arriesgar. Atrévete a aventurarte. Atrévete a caminar. Atrévete a mojarte bajo la lluvia. Atrévete a que el sol te queme la piel. Atrévete a saltar al vacío. Atrévete a vagar sin rumbo.

Atrévete a perderte.

Pero atrévete a encontrarte.

Atrévete a llorar. Atrévete a que te vean llorar. Atrévete a tropezarte. Atrévete a surcar el hielo y caerte. Atrévete a conseguir que te sea indiferente que muchas personas te hayan observado fijamente mientras te caías. Atrévete a las heridas. Atrévete al dolor.

Atrévete a que te humillen. Atrévete a que te hagan daño.

Atrévete a quitarte la máscara. Atrévete a despojarte de esa armadura oxidada tras la que creías protegerte del mundo y lo único que conseguía era aislarte más y dejarte sin aire. Atrévete a enterrar el hacha de guerra, bajar el arco y tirar las flechas, envainar de una vez la espada y pensar, por una vez, que el mundo entero no se te va a tirar encima en el instante en que te des la vuelta.

Atrévete a confiar. Atrévete a que te fallen. Atrévete a fallarles a los demás. Atrévete a no cumplir las expectativas que los demás cuelgan sobre ti como un traje no hecho a tu medida y tener la certeza de que no eres menos por no encajar en esos moldes.

Atrévete a no ser lo que ellos quieren. Atrévete a no querer ser lo que ellos quieren.

Atrévete a hablar. Atrévete a que tu voz se oiga, a que los demás te escuchen. Atrévete a reírte y a que tu risa llene el espacio.

Atrévete a querer no ser invisible. Atrévete a ser algo. Atrévete a ser alguien.

Atrévete a que se te acerquen. Atrévete a que te miren. Atrévete a que te toquen sin que queme. A que te acaricien sin que duela. Atrévete a que te quieran, pero a que te quieran sin miedo. Atrévete a concebir el amor no como una amenaza, tan sólo como una promesa. Atrévete a sentir.

Atrévete a bailar descalza. Atrévete a bailar con los zapatos más cómodos y la falda más bonita que tengas. Atrévete a bailar de la mano de alguien, y dejarte llevar por esa persona sin más brújula que el compás de la música y el oleaje entre tu cuerpo y el suyo.
Atrévete a bailar sola. A oscuras.

A pleno sol.

Atrévete a vivir. Atrévete a lo que sea que te atemorice o te quite el sueño. Atrévete a salir en mitad de la noche a cazar estrellas y perseguir fantasmas.

Atrévete. Tan sólo atrévete.

domingo, 14 de enero de 2018

2016

Él reparó en mi presencia. Yo también le había visto. Me acerqué a él. Encontré algo en sus ojos, y me asustó lo que vi.

Era amor.

Toda esta situación me recuerda al mito de Orfeo y Eurídice, y tengo mucho miedo. Yo soy Orfeo, y estoy profundamente enamorada de mi Eurídice. He bajado al Inframundo a buscarle, me he enfrentado a todo tipo de adversidades, cargo a la espalda una lira de oro que toco hasta dejarme los dedos en cintas escarlata de seda y sangre, con tal de dormir al Cancerbero y a cualquier bestia que intente hacerme desistir en mi empeño; y ahora creo que, tras la Odisea, volvemos a la superficie, a nuestro mundo, al mundo aquel donde había vida, donde nos sentíamos vivos, y con el corazón desbordándose en cada latido. Pero temo dar un paso en falso y perderle para siempre, darme la vuelta y descubrir que me seguía un espejismo, un espectro hecho de humo; temo que, cuando ya casi yazga mi vera, vea que en nuestro hogar no queda más que yesca y escombros, o que un elemento externo le convenza de que yo ya no soy quien fui, que sólo soy una sombra debajo de mi armadura y mi yelmo.

miércoles, 3 de enero de 2018

instantánea V

Nos miramos a través del gentío, del ruido y de la alegría que coronaba una noche así. Ya no sé quién eres tú, y yo he cambiado tanto que posiblemente te costó reconocerme. Pero sonreíste y yo rasgué el aire con mi risa maniática (que afortunadamente no he perdido con el paso del tiempo) y quizá, por un instante, nos encontramos a nosotros mismos, para, un segundo después, volver a sepultarnos entre océanos de ceniza y recuerdos.