sábado, 26 de julio de 2014

Y se nos fue.

Todos juntos formábamos un puzzle,del que cada uno de nosotros era pieza.
Al comenzar todo, el tiempo pasaba lento, y nos sentíamos grandes, invencibles, capaces de cualquier cosa; pero caímos en la trampa del que no sabe agarrar el momento y aprovechar el día en el que vive, y los días, meses, y años, empezaron a galopar, y nos dimos cuenta de que todo aquello no era sino tan efímero como el vuelo de una estrella fugaz, pero a la vez, tan poderoso, y sobretodo, tan bonito.
Y el destino revolvió las piezas del puzzle, las mezcló, y las desperdigó; las perdió, como un niño despistado que no sabe cuidar de sus juguetes.
Quizá solo quería enseñarnos que cada cual pertenecía a un rompecabezas, uno diferente, en el cual las demás piezas no encajaban. El caso es que lo que un día fue rutina se convirtió en un lejano recuerdo, sólo mantenido por un par de fotografías y recuerdos en la memoria que se emborronaban poco a poco.
Las caras cambian, las voces se olvidan, y los lugares se dejan atrás, pero esa emoción y ese sentimiento, que nos mantenía unidos y que entre todos formábamos, como piezas al puzzle, nunca morirá, ya que es lo único que el tiempo es incapaz de eliminar.
Dicen que, cuando una puerta se cierra, se abre una ventana, pero eso no implica que no vayas a quedarte mirando aquella puerta cerrada, cuya llave el tiempo (o qué sé yo, dolor,orgullo, cualquiera que fuera la causa) perdió, deshaciéndote en suspiros y dejando que la nostalgia te devore, cuestionándote qué darías por volver a cruzarla, volver a vivir aquella época, aquellos días llenos de color; sentirte tan viva de nuevo, oír tu propia risa mezclada con la de los demás, aquellos que en su momento eran partes esenciales de tu día a día y ahora no son más que extraños,personas que se fueron de tu vida y dejaron huella, huella que los años nunca podrán llevarse.
Nunca se olvidará lo que se ha sido.

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