Me abruma la belleza del cuerpo humano,
la profundidad del iris,
el sedoso cabello
la espalda arqueada y suave
sus curvas eran olas, su cuerpo en sí un mar
yo solo el náufrago o quizá el capitán
que quería conquistarlo entero.
Pero no había parte más bonita en ella
que bonitas eran sus manos.
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