Nunca pensé que llegaría a quererte
de esa forma. Ahí me di cuenta de lo débil que fui.
Me dije a mí misma que nunca más me
rendiría así ante alguien, pero no sé cómo ni por qué, acabé
encaprichándome contigo. Echo de menos tu dulce perfección. Lo
feliz que podías llegar a hacerme.
Que me abrazaras, esa sensación de
seguridad que siempre me desbordaba cuando estaba en tus brazos.
Ahora recuerdo todo lo feliz que fui a tu lado y me siento como una
idiota. Era todo una red de felicidad, construida de pequeñas
mentiras. Por tí he tenido que romper muchas promesas. Me prometí a
mí misma que no me encariñaría con nadie. Les prometí a todos
ellos que no me acercaría a tí, porque acabaría haciéndome daño
a mí misma. Y sobretodo, te prometí a tí que no te abandonaría,
que estaría ahí siempre para tí. Pero, muy a mi pesar, he tenido
que irme. He tardado bastante tiempo en darme cuenta de que tú solo
me hacías daño, una y otra vez. No te quiero cerca mía, tampoco
lejos, pero he tenido que aprender a vivir sin tenerte aquí conmigo.
Y es que, no todo lo que se sueña se puede hacer realidad al final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario