miércoles, 30 de enero de 2013

Dormir agarrando la esencia que alguien te envió.


Adoro las cartas. El momento en que llega a tí y la primera vez que las lees. Ese cúmulo de emociones. Guardarla como si fuera un tesoro, para poder releerla una, y otra, y otra vez.
Es como conservar un pedazo de esa persona, un poco de su esencia.Es cierto que prefiero una carta, aunque tarde, que un mensaje, un comentario, o un correo electrónico. Y es que lo bueno, se hace esperar. ¿Nunca has imaginado a la persona que te la envió en el momento en que la escribía? Cómo trazaba esas palabras, formando oraciones, y finalmente, ese texto que tienes en las manos. Cómo pensaba en tí en todo ese momento.
Y si esa carta que ahora mismo sostienes, es de hace tiempo...retrocedes en el tiempo hasta ese día.Cierras los ojos. Y estás ahí. Te ves tan feliz. Todo eran tan bonito.Te das cuenta de cómo ha cambiado todo. La melancolía no llega en tardar. Los días pasas, las personas se van, todos cambian...pero el recuerdo permanecerá igual, pase el tiempo que pase.
Viejos trozos de papel con complejo de reliquia.

domingo, 27 de enero de 2013

Fue tan efímero.

Nunca pensé que llegaría a quererte de esa forma. Ahí me di cuenta de lo débil que fui.
Me dije a mí misma que nunca más me rendiría así ante alguien, pero no sé cómo ni por qué, acabé encaprichándome contigo. Echo de menos tu dulce perfección. Lo feliz que podías llegar a hacerme.
Que me abrazaras, esa sensación de seguridad que siempre me desbordaba cuando estaba en tus brazos. Ahora recuerdo todo lo feliz que fui a tu lado y me siento como una idiota. Era todo una red de felicidad, construida de pequeñas mentiras. Por tí he tenido que romper muchas promesas. Me prometí a mí misma que no me encariñaría con nadie. Les prometí a todos ellos que no me acercaría a tí, porque acabaría haciéndome daño a mí misma. Y sobretodo, te prometí a tí que no te abandonaría, que estaría ahí siempre para tí. Pero, muy a mi pesar, he tenido que irme. He tardado bastante tiempo en darme cuenta de que tú solo me hacías daño, una y otra vez. No te quiero cerca mía, tampoco lejos, pero he tenido que aprender a vivir sin tenerte aquí conmigo. Y es que, no todo lo que se sueña se puede hacer realidad al final.

sábado, 19 de enero de 2013

Dolían.

Sus lágrimas eran como cuchillas afiladas que poco a poco perforaban mi alma. No soportaba verla llorar. Cada vez que lo hacía, algo moría en mi interior. Me reprendía a mí misma por no evitarlo. Cada lágrima que derramaba era una lágrima que yo podía haber evitado, pero sin embargo, dejé caer. Yo no podía hacer nada excepto permanecer de pie, mientras la observaba llorar.
Posiblemente no se diera cuenta, pero yo sufría en silencio.
Sus ojos eran un misterio, al igual que ella. Solo una persona que la conociese bien sabría como descifrarlos.
Incluso triste seguía siendo bella. Esa aura pura e inocente no la abandonaba ni cuando su cara se llenaba de sombras y de miedo.

domingo, 13 de enero de 2013

¿Y qué haces cuando no sabes lo que sientes?

No sé como me siento ahora mismo. Quizá un poco decepcionada. Pero decepcionada, ¿con quién? ¿Con ella, por haber matado lo poco que quedaba de mí? ¿Con ellos, por haberme hecho daño, o conmigo, por haber dejado que lo hicieran? Rabia, ira, odio, que se van desgastando y poco a poco dejan paso a otra clase de sentimientos. Desilusión. Desesperanza, tristeza. Querer huir, correr todo lo rápido que puedas, echar a volar y nunca mirar atrás. Pero darte cuenta de que solo es una estúpida fantasía más, y caer, estamparte contra algo muy frío y duro, algo llamado realidad. Te atrapa. Te ahoga. Te hace ver que nunca podrás correr más que tus problemas, que siempre conseguirán atraparte.