Hace muchos años yo me fui a la guerra.
Sin saber cómo ni por qué, me enfundé en un traje entallado de odio y cólera, y me revestí de una beligerancia espartana, una furia visigoda y una brutalidad que hasta los mismos bárbaros hubieran envidiado.
Cargué a mi espalda fusil y bayoneta, y hasta una ballesta con un carcaj repleto de flechas. Todo parecía insuficiente.
Cuando estuve lista, y sin saber muy bien cuándo lo estaba, emprendí mi camino.
Tras mucho andar, llegué al campo de batalla.
Cuál fue mi sorpresa al comprobar que allí no había nadie.
Ni personas de mi bando, ni enemigos contra los que debiera proteger mi vida.
Estaba sola.
Pero la verdad,
no necesitaba a nadie:
Todos estaban dentro de mí.
(y la guerra comenzó)
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ResponderEliminarLeerlo me ha dado un golpe de humanidad. No he podido dejar de recordar a Antonio Machado en sus Proverbios y cantares:
ResponderEliminarXXIII
No extrañéis, dulces amigos,
que esté mi frente arrugada.
Yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas.